
________________A lo lejos la veo a ella..., la idea del mar, el sonido de las olas, la sensación de estar inmersa en alguna playa de cualquier lugar la hace feliz. Camina sola por la arena, mientras las olas se acercan lentamente a sus pies desnudos. Va rodeando aquella playa solitaria, junto con la brisa que revolotea juguetona entre las ondas de su cabello suelto, viento feliz que se entrelaza y se cruza por su cara. Ella, con esa manera sutil y estilo único lo lleva atrás de sus orejas de elfa; pero, la brisa es más fuerte que su intención. Mira hacía el suelo y voltea a ver solo un instante el camino de huellas que dejan esas pisadas suaves que compone su característico bamboleo de caderas. Plasmadas en un ritmo de efímeras pinceladas que, lentamente se van difuminando; de repente, alguien pasa a su lado caminando también, una mujer mayor con un vestido blanco que como suspendida en el tiempo oculta sus ojos y parte de su rostro, el ocaso de un día soleado se hace presente y allí entre las gaviotas que regresan a casa y los rayos de sol que tímidamente se cuelan entre las nubes grises, despide aquel día, con la mirada en el horizonte. La metáfora de la vida se captura en aquel ritmo anacrónico de momentos. Ha compartido un segundo con su otro yo, en medio del crepúsculo mágico de tiempos e instantes entrelazados.