De gustibus non est disputandum
Sobre gustos no se disputa
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Una pizza rellena o una foccacia, lo dejo a criterio de cada quien..., lo único que tengo claro luego de esta delicia llena de capas suaves que se derriten en boca con la más suculenta salsa de tomates y el delicioso contraste de queso derretido, es sencillamente para repetir y claro, poner en lista de destinos fijos por conocer en Italia, Ragusa y sus calles, la ciudad alta y la baja que se miran, se complementan, se acarician. Con cocina callejera como esta, calles, arquitectura y bellos paisajes..., así, siempre dan ganas de conocer lugares como este que hoy llega para compartir un trocito de la cocina siciliana
Es ver un pan rústico, grueso, pesado, deforme..., una casa vieja en medio de un bosque, miles de puertas diferentes al paradigma, algunas con forma de arco, otras orgánicas que se difuminan entre la naturaleza, otras tantas cuadradas y rectangulares, con círculos y formas diversas, casas de duendes, de hobbies, ...realizadas en madera, piedra, ramas, vidrio..., con la pintura desgastada, el metal roído, ...esa puerta que se funde entre tonos pastel de islas paradisiacas y allí una pequeña casa frente al mar, con una vieja banca de piedra y a su lado otros banquitos. Especialmente ubicada bajo un gran árbol quizás un almendro, con su gran copa, merma el sol en días cálidos y deja una atmósfera opaca en días grises. Lugares que guardan calles cerradas que llevan a estos sitios mágicos, puentes al mar, al agua y sus olas. Portones con entradas y formas especiales que llevan a portales de otras dimensiones, eso es lo que me sucede cuando veo recetas antiguas como la que hoy llega.
"No tengas miedo, experimenta con diferentes ingredientes y combinaciones; si algo no funciona la primera vez, inténtalo de nuevo y sobre todo ¡disfruta!"
Gennaro Contaldo
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Entrada la noche, luego de un largo día en casa, mil pensamientos e ideas que queremos hacer y el día no da para más..., entre alguna hogaza de pan que realicé, un día de lluvia va terminando por acá..., redacto esta entrada en medio del tic, tuc, tic, tuc que en un inicio mostraba un intento leve de calma, luego de una tarde llena de tormenta. Pero el barullo de un carro, la baja de luz varias veces y la falta de ella por unos minutos..., y en medio de la soledad de la casa en la noche. Me recuerdan que mañana será un día para revolotear por montones..., antes de quedar completamente sola por una larguísima semana en casa..., y a correr a escribir porque no quiero quedar sin conexión.
La pasión, esa palabra que muchas veces se escucha, aquella que se leé, palabra mágica para la vida junto a otra llamada libertadad. Cuándo se hacen las cosas con pasión, muy seguramente no importará la hora y a su vez el tiempo volará sin darnos cuenta, muchas veces ni siquiera habrá retribución económica, tan solo hacemos esto o aquello por el mero hecho del gusto, del disfrute, del aprendizaje, sin importar nada más..., tan solo lo hacemos con intensidad, responsabilidad y gusto, claro esta muchas veces podemos tener esa pasión frenetica y desmedida que incluso nos puede afectar otros ámbitos por la intensidad que se le pone a dicha tarea, hobby o para los suertudos trabajo. Pero también el factor tiempo, juega un papel importante, muchas veces por más pasión que le pongamos a las cosas, sencillamente no se puede lograr todo lo que se proyecta, porque quizás esas metas son tan elevadas que podemos llegar a colapsar (eso es importante saberlo y manejarlo).
Finalizamos julio con esta idea que traigo, que no es la más original debo decir..., pero sí que es una autentica y llamativa delicia, los protagonistas de esta receta sin duda los tomates a los que les hago la venia feliz. Cuando salgo a comer pizza o me preguntan por una de mis pizzas preferidas (por cierto de las mejores pizzas que se puedan encontrar en Brasil con certeza total si viajan a São Paulo, no dejar de ir a alguna pizzería, tienen infinidad de pizzas de muy buena calidad), siempre pido pizza Margarita y aunque esta tiene varios de sus ingredientes y bien podría ser una versión, decidí no bautizarla así porque no lleva la masa italiana y tampoco mozzarella.
El aroma de las cocinas brasileñas a mitad de mañana casi siempre es el mismo: aceite con mucho, mucho ¡ajo!. Recuerdo recién llegamos acá que no teníamos absolutamente nada, ni conocíamos a nadie... como todo al comienzo cuando llegas a un lugar nuevo.