Faltan cinco pa las doce...
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Una copa de postre con arroz realizado en su mayoría en agua y un poco de leche, deliciosa propuesta para endulzar una tarde fría en casa
Una fruta de clima otoñal, de mis favoritas para consumir a mordiscos, hoy llega con su maravilloso sabor entre un bizcocho. Receta de Nueva Zelanda, país que adora esta fruta originaría del sur de América.
Calor de hogar, desayunos compartidos, aires de Navidad en medio del frío de mi ciudad natal, hacen que el compartir momentos y segundos con quienes no ves hace un buen tiempo, sea lo más importante, más que cualquier regalo físico. Nada mejor que la presencia de un abrazo, la sonrisa espontánea de un te quiero..., lo valen todo, para cargar energías, para recargar tu ser.
Desde mi querida tierra natal, la noche de velitas y faroles enciende oficialmente el espíritu de la Navidad en este día, velas de colores, farolitos de papel que cuelgan de techos de casas, reencuentros familiares, noche de colores y luces que anticipan la fiesta del día 8 con la Inmaculada Concepción.
“Que en este mundo estamos de paso. Hay que esforzarse por hacer las cosas bien, pero todo se va a quedar aquí. Relativicemos lo mundano. Lo primero, la familia. Pero lo demás, la fábrica, la cocina, los estudios… relativicemos. Que los nietos quieran a los abuelos y los abuelos a los nietos. Que se quieran.”
Pepe Rodríguez
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Una simplicidad que a simple vista para el que no sepa, puede parecer desapercibido (lo que me pasaba antes de revisar las recetas), para quien se atreva a saltar y lo realicé, es toda una experiencia de aprendizaje, que hace de este pan, uno de los mejores que haya probado antes, de Verona con amor en Navidad...
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