"El mejor olor, el del pan;
el mejor sabor, el de la sal;
el mejor amor, el de los niños."
Graham Greene
...Puedo durar horas metida en la cocina, escuchando música, hablando con mi yo interno y externo porque hablo sola... los días pasan entre harinas, aprendiendo mucho y sé que todo esto me sirve para algo que creo tomará forma a futuro... ¿Para qué?... primero que todo, para la vida, para enriquecer mi espíritu... para crecer, desarrollando capacidades que nunca imaginé que tendría. Desde la forma y la técnica, hasta más allá de eso... trascendiendo en conceptos que voy cultivando dedicación, paciencia, armonía... disfrutando del silencio de mi soledad, esa compañera fiel que me acompaña en cada receta que hago, metida en mi mundo panadero, donde puedo amplificar la creatividad, en la que de una u otra manera el diseño que es mi profesión siempre esta ahí implícito. Siempre con amor.. amor que se refleja en cada actividad o labor que transcurre en el día a día.
Luego de mis cavilaciones exteriorizadas. Como lo prometí hace unos días llego con los panes que siempre hago para desayunar, comencé hace un año con el cuento de hacer Masa Madre. Tuve que realizar varios intentos, mirar por aquí y por allá, porque se me metió la idea entre ceja y ceja de hacer la famosa MM. Leí de la diferencia rotunda que es hacer pan con esta masa, del aroma único, de los sabores intensos que varían de acuerdo a su acidez, del aspecto rústico que resulta al utilizarla, el tiempo de levado que es mucho más largo pero también el tiempo que dura un pan de estos es de unos 6 a 7 días (en mi caso).