“Si quieres vivir muchos años y gozar de salud cabal,
ten desde niño desengaños, practica el bien, espera el mal.
Desechando las convenciones de nuestra vida artificial,
lleva por regla tus acciones es norma; ¡Lo natural!”
José Asunción Silva
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Porque hay días en los que se aprende viendo historias de vida, hoy fue un día para meditar en medio del silencio; y pareciera que no hiciste nada..., pasan las horas, llega la tarde y a lo lejos el sonido metálico de unas guacharacas que tengo por vecinas en medio del bosque que rodea la casa. En medio de una tarde con frío manejable, entre el teclear de una entrada y la compañía de tu ser, el espíritu se pone en frecuencia para recibir un tiempo con días más cálidos, con algo de bullicio, caos y buen ritmo.
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El ají es esa mezcla especial que hace parte de tantos platillos de mi querida Colombia, es una combinación de hierbas aromáticas que le dan el perfume y sabor a lo que se le atraviese por el camino. Desde un pedazo de yuca cocida, una papa chorreada, un caldo, sopa o sancocho..., y ¡cómo no...!, una buenas empanadas de la variedad que más les guste, y claro, unos pasteles de carne, o quizás unas papas rellenas, pasteles de yuca..., que hasta al arroz blanco se lo pongo luego de un sancocho de leña y queda divino; un manjar de todos los dioses..., de rechupete con todas sus alegorías.
Hoy es día de traer por fin: el ají. Al que se conoce por chile en tantos lugares, también es una especie de vinagreta con tropezones de hierbas, tomate, cebolla, ajo..., que con el paso de los días cobra espíritu y gana en sabor y personalidad. Porque con el ají, pasa como con el Masato, con el paso de los días va adquiriendo carácter, (hay que alimentarlo, en caso de quererlo conservar por varios días).
Este ají del que hoy hablo, es la versión a la colombiana de la salsa que acompaña muchos platos de distintas regiones del país. No es cocinado, no es un guiso, no es un sofrito, es sencillamente..., una especie de vinagreta con chiles o ajíes, con muchas hierbas entre las que no pueden faltar el cilantro (que si no eres fan de esta hierba sencillamente, es mejor no seguir), perejil y la cebolla de hoja verde como principales e incondicionales... y de ahí para arriba lo que vienen son variedades de acuerdo a la personalidad de la casa o de quien lo prepare.
Desde hace un buen tiempo, luego de compartir estas Empanadas que hice para los aguinaldos pasados, estaba en mora de traer el compañero imprescindible de las mismas o de cualquier pastel salado que se nos tope en Colombia; y es que, al que le gusta el ají, puede hasta meterlo entre café (que no falta quien lo haga).
Hace unos días conseguimos en medio de la compra de mercado del sábado un pollo campero o campesino (una cosa de no creer..., no lo dudamos y para la olla ese día fue a parar, como resultado: un sancocho que nos hizo sentir en Colombia). Pues bien, traigo a colación este momento, porque claramente no pudo faltar hacer ají: esta delicia de hierbas que entre el caldo, las papas, el pollo, el arroz, la mazorca..., en todo lo puse y la gloría bendita se materializó en cada bocado (eso sí, la versión para el sancocho omite la albahaca que pongo para acompañar pasteles, pero lo ideal es hacer dicho ají con un poco del caldo del pollo).
Hoy llego con mi versión de ají para pasteles salados, empanadas y hasta para las Coxinhas brasileñas se lo pongo y queda brutal.
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Tiempos}
· Tiempo de preparación: 15 minutos
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Ingredientes:
Ají, el toque especial para empanadas colombianas y pasteles salados rellenos
- 4 tallos de cebolleta con todo y hoja
- 1 manojo de cilantro
- 4 ramas de perejil
- 5 hojas de albahaca*
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 2 cucharas de vinagre blanco
- 1 taza de agua o caldo de pollo
- 2 chiles picados**
- 1 ajo rallado
- pimienta molida
- sal
Nota: Con los días el ají, gana en sabor.
* la albahaca es opcional pero la recomiendo
** el punto picante es a gusto
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«PREPARACIÓN»
Picar finamente las hierbas o utilizar un procesador. Picar a la cebolla larga, los tomates (sin piel ni semillas), rallar el ajo, adicionarlo todo a un cuenco de barro o una taza, agregar el caldo de ave o el agua, el chile picado sin semillas, sal, vinagre, aceite de oliva, pimienta. Rectificar sabores y dejar macerar un rato. Con el tiempo gana en sabor. Servir para acompañar empanadas, caldos, pasteles salados, sopas...
La cantidad de picante es a gusto, se puede hacer solamente con agua, rectificar cantidad de vinagre y sal y disfrutar con muchos pastelitos fritos o al horno.
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#poesiaculinaria
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Muchas gracias por pasar por éste rincón,
lleno de poesía de sabores, de sentimiento,
de pensamientos; que para muchos
son recetas conocidas,
para otros descubrimientos completos,
y para otros tantos, recuerdos de la infancia o
remembranzas de algún instante especial
y para mí son todas estas y muchas más...,
entre nuevos retos que día a día me llevan a explorar
dotes que desconocía y que enriquecen mi alma, cuerpo y ser.
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Querida Nati, tu ají, es muy similar, pero que muy mucho, a lo que aquí llamamos mojo o mojo verde, que es una de las salsas más emblemáticas de la cocina tradicional de las Islas Canarias, aunque a estas alturas tú seguramente las conoces de sobras, las hay de infinidad de variantes, aunque la más popular y conocida es el mojo picón, que no es verde sino rojo, aunque como te digo, hay cientos de ellas. A mí me gustan este tipo de salsas o aderezos, pero en pequeñas cantidades, porque considero que si abuso de ellas todo me sabe igual, pero sí que reconozco que alegra todo plato al que se suma, sin dudad un buen modo de poner ese “toquecito canallla” que sabes, tanto busco últimamente, pero sin pasarme, que nuestro paladar no está hecho a micho picante.
ResponderBorrarLuego otra cosa sería lo del cilantro, que eso sí (y más de una vez lo he contado) por ahí no paso, es una aversión total, que le tengo porque hasta dolor de cabeza me da, en serio, dicen que es por una cuestión genética, así lo leí en un artículo científico que me enseñó mi amiga Silvia Gomes del blog Silbando Aromas, y con acierto porque me sentí totalmente identificada cuando lo leí.
El caso es que nunca lo pruebo, y si por alguna cuestión, como dices en esta, que es ingrediente imprescindible, busco alguna hierba alternativa, aunque por supuesto sé de antemano que el sabor cambiaría por completo.
No obstante pienso que merece la pena hacerlo, solo por el goce infinito de ponerle ese toque de gracia que tanto nos recomiendas.
Besitos, ha sido un placer venir tan de mañana a tu cocina, yo con mi Pilar, a tope en la cocina y disfrutándolo mucho.
En España estos sabores tan potentes, nos cuestan :) Al menos a mi, jajaja. Pero has conseguido ponerlo muy bonito y muy apetecible :)
ResponderBorrarQuerida Nati. Desde que publicaste he intentado comentar, pero no había forma, porque siempre algo me lo impedía. Sólo el texto al entrar, enamora; después el colorido y los contrastes de tus fotos, así como la emoción y el sentimiento con el que describes todo, me permiten casi poder saborear, oler, disfrutar...
ResponderBorrarEres maravillosa y sabes que en el tema emociones, nos podemos entender de maravilla.
Me has enamorado totalmente y llevo ya tiempo de aquí para allá, gracias a ti. Primero, hacia el blog de Nuria, después aquí y a tus empanadas. Todo, delicioso.
Concha dice que le recuerda al mojo y la verdad, sólo lo comí cuando estuve en Canarias y de eso hace mucho.
Gracias por compartir tanto.
Más besos.
Hola Natalia! Vengo a ponerme al día contigo! Y comienzo con este ají maravilloso con esos colores y aromas que ya me imagino porque en Venezuela también se hacen ajíes así estilo vinagreta aunque en mi casa, y en general en Los Andes, se acostumbra mas con leche o suero.
ResponderBorrarYo no soy mucho de picante, pero en mi casa mi mamá lo hacía bien suave y dejaba los ajíes mas enteros, de manera que el que quisera mas fuerte, se llevaba un trozo de ají y lo machucaba en su propio plato.
Me encantan las fotos, mucho color y sazón tropical.
Besos amiga!